El blog de Luisa Tomás

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miércoles, 6 de febrero de 2013

No sufras, Prometeo




Lo peor de entregarse al abismo es que el nuevo día recuerda que la oscuridad regresa, como el águila que devoraba cada jornada las entrañas al inmortal Prometeo. Y volvían a salirle. Y el águila volvía a sacárselas. Y así toda la eternidad.
"No sufras, Prometeo". Y toma el don de la inmortalidad para eso, para padecer una condena infinita. Porque hay dolores que sólo culminan con la muerte y a ti no te ha sido concedido ese privilegio.

La Bruja de las Palabras entregó sus insomnes pensamientos de madrugada al pobre Prometeo y se dejó abrazar por la soledad de su lóbrego torreón. Quizá la única manera de sobrevivir al pulso diario es obviarlo. Encerrarse en un castillo cuyas paredes no sean permeables a los sentires ni quereres.

La Bruja, consciente de esa realidad, abrió su pecho, arrancó su corazón y lo arrojó al lodo, pidiendo a los dioses que no le creciera otro. Quería pasar el resto de sus días sin latido, sin risa y sin llanto, como roca o desolado mármol. Odiaba esa terrible víscera hasta llegar a la náusea.

Pero los dioses no conceden a los titanes como Prometeo el privilegio de morirse; ni a las brujas, como la de Las Palabras, el don de vivir sin corazón. Y en apenas unos minutos, la Bruja volvió a sentir la punzada en su pecho.

Su respiración volvía a ser un pálpito afilado que atravesaba su cuerpo desde el pálido cuello hasta el estómago. Un dolor agudo. Macabro.


Vivir para sentir, sentir para sufrir. Sufrir para morir. La eterna rueda. El eterno dolor. El Prometeo que cada uno llevamos dentro.





2 comentarios:

  1. Cuantas cosas y sentidos en apenas unas pocas líneas. La palabra "lodo", aquí, me ha parecido muy, muy dura. Como un golpe. Sí, a veces para sobrevivir a las autopistas del día a día es mejor obviar, obviarlas, despojarse y conducir en piloto automático. Es me temo.
    Qué tentación esta de vivir sin corazón. ¿Quién no lo ha pensado alguna vez?
    Quizá a Prometeo y a la Bruja de las Palabras les falte recordar que tras febrero llega marzo, luego abril y mayo....
    Un abrazo.

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  2. Un castigo que dice mucho de su castigador, doblemente miserable tanto por su egoísmo al no querer compartir el fuego, como por la condena que impuso a la generosidad y el compromiso de Prometeo, verdadero rey de todos los héroes mitológicos. Heracles, si realmente hubiese querido pasar como el más grande, debiera de haberse dejado de servilismos y haber emprendido la empresa más justa de todas, como humano que en origen fue: mandar el buitre a los Olimpos a que allí se convirtiera en azote de los dioses impostores. Pero los superhéroes no están para hazañas de verdad, sino para ponerse al servicio del poder.
    A Prometeo le duele la evisceración, pero más dolor le causa el olvido de los suyos. El olvido no es la muerte, porque el dolor no desaparece, el olvido es el castigo.

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