El blog de Luisa Tomás

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jueves, 13 de octubre de 2011

Que llueva, que llueva

Qué escribir en un otoño que se resiste a serlo. El qué leer lo tengo más fácil: "Antigua Vamurta", gracias a Igor y su esplendorosa primavera creativa, a su abril literario, a su fecunda pluma.

No me gustan los octubres sin lluvia, los abriles sin flores ni los mayos sin toros. No hay verano si no hay viaje; Nochebuena sin familia; ni amor que no entrañe duelo.

Si damos ese puñado de verdades por sentadas, con esas rutinas como fondo de armario, nos ahorraremos algunos desaciertos en nuestros vestidos del día a día. Y yo ya no puedo más con las camisetas y las chanclas. No soporto ni un solo bañador de flores más en la calle, ni un short con los bolsillos colgando porque, además de antiestéticos, son intemporales (a día de hoy, 13 de octubre. Aunque proliferan en las aceras y pasos de cebra, a mayor regocijo del personal de servicios –recordemos que, con la crisis, se acabó la albañilería a pie de acera y con ella su alegre, castizo y no siempre fino piropo–).

Mi salud física y mental acusa este exceso de sol y calor. Qué fue de los paseos bajo la fina lluvia con botas y gabardina; qué de los besos protegidos por los paraguas; qué del reconfortante y fingido abrigo que proporciona el café al atardecer de octubre, cuando los coches agonizan en los atascos y se quejan los corazones rotos de amor; qué de las historias que renacen en un abrazo que huye del frío; qué de la humedad de tu pelo, de tu chaqueta tapando mi espalda, del frío que besabas en mis pies.

Un día alguien me dijo –gracias, Rebeca– que en Madrid, cuando amanece lloviendo, el cielo se torna naranja, confundido y turbado por el agua y las farolas. Echo tanto de menos esa sensación de color mandarina como las palabras y caricias que otros días alimentaran mi corazón. A éstas, sólo me queda añorarlas; recordarlas con sonrisas y teñirlas de poesía.
Y a la lluvia... desearla. Como se desean los besos que no damos.

Porque no hay amor sin deseo; romance sin pesar; Madrid sin otoño... ni vida sin agua.



P.D.: Que por qué esta canción. Fácil: sale el cielo de Madrid, ha llovido, y se dibuja limpio (sí, en Madrid, a veces, también tenemos algo de oxígeno); me gustan los tejados, la sensación de otoño –Coque con su cuello alto, su chaqueta, esa media luz– y porque es ideal para la deseada lluvia y para Madrid, que es mi ciudad y me encanta. Y, por supuesto, la canción me chifla.

5 comentarios:

  1. Es demasiado el calor estos días, desde luego: bueno, al menos estoy bajando a jugar al basket todos los días, y para hacer deporte está bien. Pero no vendría mal una lluvia bien torrencial. Y verla golpear en la ventana, desde un cómodo sillón. Y con taza de chocolate :)

    Un abrazo.

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  2. Que entrada más chula, Luisa.
    Y no, no hay manera ni otoño sin lluvia.

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  3. Vaya, pedazo canción. Debía ser pronto, muy pronto cuando rodaron el vídeo. Este Coque Malla está espléndido, ha mejorado desde "Idiota" y "adiós papá".
    Bueno, gracias por esos abriles vamurtianos. Oye, se agradece mucho el apoyo.

    ¿Y qué decir de la lluvia, el otoño y los besos que no están? Que me han parecido muy hermosos, como los bosques embrujados por la niebla.
    Un beso.

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  4. Cuanto tiempo esperando lo que te gusta, pero fijate que así, con cuatro trapitos de nada vamos, bien guapas y luego empezamos a echarnos ropa, y parecemos una cebolla de tanta capa.
    Bueno que siempre aciertas con tus comentarios y a seguir esperando el agua aunque no sea mayo, que falta si nos hace.

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  5. Chicos, no, no os abandono, es que tengo muchos frentes abiertos. Gracias a todos, sobre todo por la paciencia
    :)

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