El blog de Luisa Tomás

El blog de Luisa Tomás

lunes, 30 de noviembre de 2009

Femme fatale. Parte I

En el último post, hablaba de Maggie como la "femme fatale" de "Doctor en Alaska". Y el bueno de Joel no puede dejar de sentir fascinación por ella. ¿Qué tienen? Son peligrosas, "malas", difíciles e indomables, pero despiertan, cuando menos, curiosidad en los hombres. El ejemplo más claro: Escarlata y Melita. Sí, Melita se casa con el pánfilo de Ashley, pero Escarlata es la constante tentación, la mujer valiente, arrolladora, con esos enormes ojos verdes, a veces tan manipuladora, calculadora y fría, tan egoísta... Pero Ashley la adora y Rett, el canalla, cae rendido a sus pies. Melita es sólo buena. Nada más. ¿Es acaso Escarlata mala persona? No, no lo es. Sólo que su comportamiento es poco convencional y hace su voluntad aunque eso suponga arrasar con todo lo que se ponga entre su objetivo y ella. Melita se deja hacer. Escarlata hace y deshace. Arma y desarma. Lucha, gana y pierde. Pero lucha.
Bueno, es temprano, seguiremos hablando de estas cosas y otras en otro momento. Os dejo con una de las "mujeres fatales" que más admiro.¿A que es adorable? Y puede sacar de quicio a cualquiera.



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sábado, 28 de noviembre de 2009

Proceso de adaptación. Parte III

Los buenos habitantes de Cicely se han propuesto ponerle las cosas fáciles al doctor, que sigue echando de menos Nueva York, claro. ¿O ya no tanto?
En este capítulo Fleischmann parece querer sacar al hombre que lleva dentro y dejarse a un lado el título de doctor, desenmascararse. Y lo hace usando como pretexto el sexo que tenía con su ex novia –que según sus palabras le resultaba un tanto pusilánime–. Fleischmann está recibiendo en Cicely bofetadas de vida, está experimentando una llamada, ¿la de la naturaleza? Y no sólo en forma de árboles, nieve o alce, también en forma de Maggie O'Connell, la "femme fatale" de la serie, con la que el doctorcito judío neoyorquino vive un permanente tira y afloja. ¿O acaso entre estos dos no hay tensión sexual?

viernes, 27 de noviembre de 2009

El porqué de "Mad Men"


Yo no tengo la clave. No sé por qué triunfa. Pero sí tengo algunas pistas. Seré breve. A ver si estáis de acuerdo:
1. El gancho de su protagonista, un galán "a la antigua", con un físico imponente, de los de espalda ancha, esos físicos que no necesitan afeites. Don Drapper es un hombre de los que no hay, guapo pero masculino, sin tonterías.
2. El estupendo elenco. Don está acompañado por secundarios que ocupan tramas interesantes y que mantienen el interés capítulo a capítulo. Peggy, sin ir más lejos, es sensacional.
3. Nos gusta observar ese mundo de hombres, verlos moviéndose en su ambiente. El humo y las copas invitan a alejarse del aburrimiento de las oficinas de hoy, tan asépticas.
4. Mola la época. Y la ropa, y la música, y las chicas, y los vestidos... Y las uñas rojas, los cigarros rubios, los sombreros, la lluvia de Manhattan. Kennedy. La era espacial... En Occidente adoramos esa época.
5. Es muy cinematográfica. A veces, sin que pase nada, la ves por estética.
6. Es ingeniosa. Cada campaña publicitaria del equipo de Don es un despliegue prodigioso de inteligencia. A veces, al ver las imágenes de publicidad de la época, conduce a cierto candor –la imagen de la mujer, las formas, los dibujos...–. Además, vemos una publicidad que entonces era creación, novedad, y ahora es icono.
7. La angustia personal de Don Drapper atrapa. Queremos entenderlo e incluso ayudarlo porque, a pesar de que bebe demasiado y es un adúltero, nos cae bien.
8. Como en "Los Soprano", en "The Shield"... empatizamos con personajes que en ocasiones son verdaderos "antihéroes" (qué pensáis de un hombre que deja a su familia y su mujer embarazada y se pira unas semanitas sin que nadie sepa dónde está –ni en el trabajo–  y se tira a una jovencita pija que casi podría ser su hija. Sí, eso lo hace Don, y nos cae bien, ergo)...
9. En esa serie, gente aparentemente perfecta, con casa perfecta, trabajo perfecto, esposa o esposo perfectos, hijos perfectos... enseña, sin demagogias, sin estridencias, lo insatisfactorio de una vida ficticia.
10. En resumen, emulando el eslogan de aquel anuncio (por seguir en el mundo de la publicidad). Mad Men es un placer adulto. Y eso nos gusta.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Sacando los dientes. ¿Reality Bites?


Epístola a mi querido Edward Cullen:
Estimado vampiro, no seré yo –y ya lo sabes por post anteriores– quien venga aquí a quitarte valor, que lo tienes, pero más bien como zagalito adolescente con tableta de chocolate incluida (en las formas de tu abdomen, dudo mucho que vaya alguna vez a tu estómago, lo uno con lo otro me parece más bien incompatible) que como vampiro en sí. Es decir, que eres un vampiro adorable y guapete, pero que jamás sacas los dientes, ni siquiera cuando defiendes a tu amada sacas la bestia que llevas dentro, digo más, ni siquiera sacas la bestia que se supone que eres. Eres luminoso y luminiscente, en sentido figurado y literal, y aguantas el sol como un lagarto en primavera, porque éste te hace aún más hermoso, si cabe.
Y así podría estar hasta el infinito, enumerando tus virtudes, tus bellos rasgos, tus finas cejas, tus frescos labios... Despliegas y luces –insisto, literal– como ninguno y a los dos minutos de "Luna Nueva" te das un paseíto con camiseta pegada a la tripilla (a la ausencia de) por la puerta del insti que eres la envidia del condado, muchacho. En fin, que no tienes peros que valgan, excepto uno.
Y es que, cuando llega una edad (es decir, se roza o se pasa la treintena), nos gustan más los vampiros que muerden. Tú para nosotras eres sólo un cachorrillo ladrador.




miércoles, 25 de noviembre de 2009

Echo de menos "Mad Men"

Ésa es la frase que dijo ayer mi hermana en plena rutina cotidiana, tendiendo una lavadora mientras yo pongo otra y pongo los platos en el lavaplatos y esperamos la cada vez menos intensa a mi pesar "Flashforward" (a la que le están dando otra oportunidad, ofreciéndole a los guionistas más tiempo para que intenten arreglar lo que parece condenado). Y "Mad Men" no engancha tanto como "True Blood" (con ésta, una vez que empiezas, no puedes parar), ni como "The Shield"... pero tiene pinta de acabar siendo tan premiada y reconocida como "The Sopranos", y con razón.
¿Y por qué se la echa de menos tanto?
¿Nos atrevemos a analizarlo?
La respuesta: en vuestras entradas a este post.
La mía: en el próximo.
Mientras, la promo de la tercera temporada, que nos pirramos por ver.

Más de amores. Déjate morder

"True Blood" es una de las series que más me han enganchado y cautivado jamás. Está tan bien hecha que cada imagen parece un lienzo. Tiene esa luz, esos planos... Pero, además de eso, es tan absolutamente gamberra y divertida... Aquí, en España, ha pasado sin pena ni gloria y no se puede comprar aún (no ha llegado el DVD ni se puede comprar la botellita de True Blood ni na de na), pero ya sabéis que hay formas de verla. No os la perdáis. Esta promo del Plus mola y es muy sugerente. Una dentellada de lo que la serie puede llegar a ofrecer.

martes, 24 de noviembre de 2009

¿Qué tiene el poseer cosas?

Hoy, para empezar el día, un poco de "Doctor en Alaska". ¿Y por qué este vídeo? Pues no sé, me ha venido a la cabeza y lo he buscado. Verdades como puños. Por qué esta necesidad de poseer a alguien. Por qué a veces se nos pasa por la cabeza lo siguiente: Bueno, me gusta, pero es que... no sé, a lo mejor, algún día... quizá cambie. Y en nuestra mente vamos construyendo una ficción que se alimenta del deseo de que nuestra pareja se transforme, pase a ser lo que no es. Es decir, la construimos basándonos en una ficción. Soñamos con que sea lo que no es y, si lo conseguimos... se acabó el encanto, porque ya no tiene aquello en lo que nos fijamos cuando fuimos a ella. Y llegó el final. Se acabó la pasión, la chispa, la gracia.
Y si no lo conseguimos: la histeria, los nervios, las broncas. 
En resumen: o te quedas con lo que es –sin intención de transformarlo y sin alimentar la esperanza de que cambie– o no te quedes con nadie. No llegará el día en que despertemos y nuestro novio (o novia) sea más guapo, más bueno, más divertido, más generoso...

Afortunadamente, aún no tenemos el don de hacer a alguien de barro, soplarle y que se convierta en lo que queremos que sea. Aún no somos dioses, no creamos. Ni tampoco poseemos. Toda relación que no esté basada en la libertad está condenada –por suerte– al fracaso.



lunes, 23 de noviembre de 2009

Luna nueva: para los que no se permiten el placer de divertirse


Comparar "Crepúsculo" con el "Drácula" de Coppola es como comparar la langosta con una hamburguesa. Sin duda, me quedo con la langosta, pero ése es un menú que se da de uvas a uvas –Nochevieja–, por lo cual uno tiene que permitirse disfrutar de la hamburguesa, consciente de lo siguiente: si come muchas, explota. Si come una de vez en cuando, apetece. Eso es "Luna Nueva", una hamburguesa para pasárselo bien, mancharse los dedos y embadurnarla de ketchup sin pensar un momento en que engorda o que es grasaza. Da igual. O la disfrutas o no te la comas. Resumiendo: no me cae bien la gente que compara "Crepúsculo" con los grandes títulos del cine, ni siquiera con la serie "True Blood" sólo porque en ambos casos hay vampiros, son cosas distinas. Es un producto bien pensado, con todos los trucos que aseguran el éxito: amor tierno, dulce y bello; jóvenes que están como quesos –la peli podría llamarse "Oda al tío bueno"  y tendría el mismo público, me temo–; algo de acción, dos chistes fáciles y algún guiño a los verdaderos devotos del vampirismo, los que vamos a verla porque hay vampiros sea una historia para adolescentes o para jubilados (me encanta esa frase en boca de Edward: "Da igual, total, voy a ir al infierno"). No hay más ni hay que buscarlo (sí, tampoco sexo, es que si lo hubiera los papás no dejarían ir a los jovenzuelos a verla, y eso perjudicaría a la taquilla e iría en detrimento de la tercera entrega).
Esta mañana ya he padecido la charla pretendidamente intelectual de quienes se creen en un estadio mental superior por aborrecer estos productos que arrasan a lo largo y ancho de las salas de cine de medio mundo, y creo que su problema es que no saben divertirse. Van al cine con su falsa pátina de semiintelectualoide de suplemento de periódico y se viven auténticos por aborrecer lo que miles de adolescentes del mundo adoran (¿quién es más ingenuo?). Mi consejo: quitaos años y prejuicios de encima e id a verla con la única intención de entreteneros. Saldréis del cine con la sonrisa puesta, reíd de los disparates, de la exhibición muscular y llorad por Bella y Edward, adolescentes o no, sufren por amor, que al fin y la cabo dicen que mueve el mundo: hasta el de los muertos.

viernes, 20 de noviembre de 2009

¿A quién le hincarías el diente?


O lo que es lo mismo, ¿por los colmillos de quién te dejarías morder? Para mí, que en esto  de los vampiros soy una egoísta, son más fáciles los "noles" que los "siles", traducido al lenguaje normal, fuera del patio de colegio y la colección de cromos: no me resulta fácil decir cuál de estos vampiros me resulta más apetitoso, pero sí puedo empezar por el menos jugosillo, que es el chavalito de "Crepúsculo", que a mí no me dice mucho, al contrario de lo que les ocurre a las adolescentes de medio mundo.
Podría seguir por Tom, que, aunque es mono, no da la talla de vampiro porque me resulta un tipo con un físico poco poderoso.
Luego, no sé, no sé... El tercer eliminado sería el bueno de Brad. En otras batallas –lo recuerdo en Troya, con esa mini..., ay, omá qué rico–, quizá me lo quedara, pero en ésta subo al podio a los otros tres.
Y no me pidáis que elija a uno de los tres, no puedo. Sería como tener que elegir qué dedo cortarme. No puedo, no puedo. Por un lado está el sugerente Gary Oldman: la mujer que se resista a su "He atravesado océanos de tiempo para encontrarte" ni es mujer ni es na.  Y qué decir de Eric y Bill, mis recientes adquisiciones... Bill, con ese pelillo, esa sonrisilla... ese rollito tan "introspectivo", tan "pa dentro", tan atormentao, que si casi se muere y resucita y ¡cómo resucita!... Ay, omá. ¿Y Eric? Tan rubio, tan alto, con ese phuto sentido del humor... Los adoro a los dos y les ofrezco mi carótida.
P.D.: Siento la tontería de este post. Necesitaba frivolizar.
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jueves, 19 de noviembre de 2009

Hoy no es ese día

Supongo que no es malo, de vez en cuando, entregarse a la desazón, a la pena, en resumen, amargarse el día y con ello el blog (muy a mi pesar). Y más cuando te dan un empujoncito en forma de eres la "segunda por un punto" en algo que va para ti (para mí) más allá que el simple hecho de juntar letras, formar palabras y con ellas frases y con éstas un párrafo. En aquel párrafo puse toda mi alma, y lo hice para ganar, no para ser segunda por un punto. Porque estar en esa entrega de premios con aquel a quien le escribí era el premio en sí mismo. Porque ese texto que no ha ganado es mi corazón en forma de línea mecanografida (qué cursi, por dios). Pero bueno, hoy la vida sigue y las energías se van renovando. Cuando pasan estas cosas, a uno (una en este caso) se le quitan las ganas de to, ¿qué hago dedicando tiempo, energía y pasión a algo que no me da de comer? ¿A qué este disgusto? Paso, abandono. No escribo ni una línea más que no se me pague, no vuelvo más a ese concurso...
Pero la vida te devuelve a la realidad: rendirse es perder dos veces. Hasta cuando tienes todo en contra y vas a morir, la retirada es la peor opción. Me lo han enseñado estos guerreros, protagonizados por el mismo hombre. ¿Casualidad? No. Viggo es muuuuuuu grande.




miércoles, 18 de noviembre de 2009

Perdón por la tristeza

Y con ella sigo.
Espero que se me pase pronto, pero los acontecimientos de hoy no animan mucho.
Un poco de Benedetti, que sabe mucho de estados de ánimo. Es que hoy me he quedado sin palabras.

Estados de ánimo
Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas.

Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano.

A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas.
Pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde
te acerques y te mires,
te mires al mirarme.

martes, 17 de noviembre de 2009

Podemos huir, pero no escondernos


A veces uno se levanta de mal humor y no puede hacer nada para remediarlo. Está de mal humor y punto. Y todo molesta: el ruido de la fotocopiadora –industrial pero blandito, repetitivo, insistente, como un goteo impertinente–, las voces que pega el compañero de al lado cuando habla, los teléfonos, el ruido de fondo de la radio, con esos presentadores que se creen divertidos y hacen absurdos programas-despertadores por las mañanas, fingiendo risa, dando paso a los oyentes que cuentan anécdotas tontas que a nadie importan.
Sí, estoy de mal humor y el día no ha hecho más que empezar. Será la luna, que no llueve o algo hormonal. No me importa. Estoy de mal humor y punto.
Y me siento irascible, y todo me molesta. Me recuerdo –salvando las distancias, que son muchas– a Tony Soprano cuando se mosquea.
No soporto que me tosan. Hoy no, no es el día.
Y la más mínima chorrada me hace estallar.
Tranquilos, se me pasa pronto. Y no tengo nada de mafiosa, aunque sí cierta fascinación por la estética gángster, de sombrero y abrigo largo, por el cine negro y, cómo no, por Los Soprano. Una de las grandes entre las grandes.
¿Os habéis preguntado por qué –una vez metidos en harina, es decir, en ficción– empatizamos con alguien como Tony? No deja de ser un capo del crimen organizado.
¿Será que, sin llegar a ciertos extremos, también reconocemos en nosotros esa parte oscura que convive con la parte luminosa dentro del ser humano?
¿Recordáis la entrada de Chris Stevens en la que hablaba de esto, de esa especie de doble naturaleza humana? Él concluía con algo así: "estamos hablando de dialéctica, del bien y del mal, que coexisten en nuestro interior. Podemos huir pero no escondernos".
Pues eso, que cuando uno se levanta con su "lado negro" en to lo alto, lo mejor es dejarlo estar. Al fin y al cabo, es tan nuestro como la sonrisa que regalamos al amante al despertar, al bebé del carrito en la cola del supermercado, al camarero que nos sirve el café. Ni lo pensamos ni lo decidimos. Sale natural, como la vida misma.
Feliz día (a los que podáis).
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domingo, 15 de noviembre de 2009

Proceso de adaptación. Parte II

Y no; es que él quiera ser borde, es que ni por un momento imaginó que esto le iba a pasar a él, Joel Fleischmann. Y no es que no quiera adaptarse, es que no puede (aunque luego las cosas vayan cambiando y adecuándose  y empiece, incluso, a sonreír). Es que a todo un médico de Nueva York, con una vida acomodada y burguesa, urbanita y convencional, se le hace un mundo despertarse  y que la ducha esté estropeada. O lo que es peor: que se la tenga que arreglar su casera, la despiadada  (a ojos de él y sólo al principio) Maggie.
¿Y qué tal despertarse con una rata al lado de tu carísimo palo de golf? O abrir los ojos y sentirse atrapado por una inmensidad natural de la que uno no se siente parte.
¿Qué hacer entonces? ¿Correr, huir...? ¿O dejarse seducir por el dulce caramelo de lo inesperado, de la sorpresa?
Me parto con este vídeo. Su cara es un poema.

sábado, 14 de noviembre de 2009

A dormir, a soñar

Una de mis películas favoritas y una de las bandas sonoras más evocadoras y sugerentes, de John Barry. Inolvidable, sentida, sentimental, emotiva... ¿Y esa parte en la que suena el adagio del concierto para clarinete de Mozart? Es tan hermoso, está tan pegado a la vida... Es tan poético, tan a pulso, tan a pelo... que me hace pensar, una vez más, que sentir vale la pena, aunque acabe una a lágrima viva.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Proceso de adaptación. Parte I


Me he planteado cientos de veces cómo se adapta un médico judío de Nueva York a la vida de un pueblo totalmente surrealista, teniendo como amigos a un discjockey ex presidiario, autodidacta y totalmente excéntrico, a un barman madurito y buenazo que anda loco por los huesos de una jovencita cuyo mayor logro fue ser Miss Paso del Noroeste y seguir a grupos de rock en sus giras. Jovencita que, a su vez, llegó al pueblo con Maurice, el caciquillo, dueño de la emisora, un ex astronauta malhumorado y un tanto gruñón. Por otro lado anda Ruth-Anne una jovencita de unos 70 que es el colmo de la mujer liberada, Ed, un cineasta criado entre indios, Marilyn, una enfermera india que no sabe de enfermería, y Maggie, una especie de mantis-religiosa con la que el bueno de Fleischman vive en una permanente tensión sexual insatisfecha.
Le ponen la guinda al pastel una hipocondríaca casada con una especie de hombre de las nieves que es un refinadísimo cocinero.

¿A que suena atractivo?
Hoy es uno de esos días en los que me gustaría estar allí.

"Es hora de ponerse manos a la obra. Tanto si sale bien como si no. No importa. Soy libre". Joel Fleischmann.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Creo en... (y no es cuestión de fe)


El Credo de Aimee

Gracias a Northern Exposure, creo que los árboles pueden hablar.
Creo que una mujer puede volar desde un acantilado como un águila.
Creo que un oso puede convertirse en hombre y luego volver a ser oso otra vez.
Creo que una mujer embarazada puede hablar con su hijo no nacido, cara a cara.
Creo que un hombre puede reencarnarse en un perro.
Creo que un cineasta en ciernes y un dj ex convicto pueden enseñar a una grulla a bailar.
Creo que un beso puede devolverle la voz a un hombre.
Creo que el diablo es un vendedor de saunas.
Creo que una persona puede soñar los sueños de otra.
Creo que un hombre puede hibernar como un oso.
Creo que tirarle un tomate a alguien puede ser un acto de amor y amistad.
Creo que un cuervo es tan buen símbolo de Navidad como Santa Claus.
Creo que un médico puede practicarle una cirugía de by-pass a un aeroplano.
Creo que el agua puede hacer que hombres y mujeres intercambien sus identidades de género.
Creo que los mammuts congelados son comestibles.
Creo que Napoleón no estuvo en Waterloo.
Creo en chefs sociópatas y parecidos al Yeti; en mediohermanos que se encuentran a través de sueños, en correr desnudo a través de las calles en deshielo del invierno.

Y creo que es posible que un hombre dé unos pocos pasos en la niebla de Alaska y termine en el ferry de Staten Island.

En resumen, creo en la magia. Así que razonadme argumentos ilógicos.
Aimee Parrott



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miércoles, 11 de noviembre de 2009

Hablando del rey de... la noche


Por El País asoma.
Interesantísimo artículo de Manuel Rodríguez Rivero. El título en sí ya es bastante sugerente: "Acuéstate con un vampiro", pero aún lo son más las razones que, según él, nos llevan a las mujeres a desear a esta especie de bestias, que lo son. Pongámonos frías. Es decir, olvidemos su atractivo, su halo de misterio, su sabiduría –adquirida en siglos de, las más veces, atormentada existencia–, su piel blanca, su castillo, su chimenea, sus palabras, su voz... y pensemos que son tíos que están muertos, que no pueden ni ver el sol –es decir, nada de chiringuito en Cádiz ni cañita en la terraza–, que se alimentan de sangre (humana, claro), que duermen en un ataúd... y que su corazón no late. Vamos, es lo menos apetecible del mundo. En cambio, la calenturienta imaginación humana se ha encargado de convertir a esta especie de murciélagos  en unos tíos que están buenísimos, que tienen pinta de Espronceda o Lord Byron, y que vuelven locas a las mujeres. Al parecer, y según se cuenta en el artículo antes citado, el atractivo que los vampiros ejercen sobre nosotras "refleja el profundo deseo de las chicas de conseguir el misterio, la protección y la sabiduría de hombres maduros".
¿Seguro?
¿O es que nos gusta más gustarle a un tío que es potencialmente peligroso pero que ve en nosotras a su dulce "princesita"?

Ay, lo dicho: si Freud levantara la cabeza...




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Una esposa para Bill Compton



Los seguidores de "True Blood" estamos en un ay. Cientos somos, no, cientos no, miles los que andamos loquitos por el corazón sin latido de Bill, en la realidad y en la ficción. Y mira tú por dónde que en la tercera temporada vamos a ver a la que lo ocupó cuando aún latía. Parece ser que se está buscando quien interprete a la esposa de Bill, Caroline Compton. Además, se cuenta que en el tercer episodio la pobre desgraciada descubrirá que su marido no ha muerto durante la guerra y que una de las escenas que protagonizará será en la que, con una escopeta en la mano, amenaza a un intruso que merodea por su casa hasta que se da cuenta de que es su guapo maridito. La HBO busca una mujer de aspecto agradable, fuerte, educada y guapa para dar vida a Caroline, ¿alguien se ofrece? Supongo que con estos "flash backs"  descubriremos algo más de cómo era Bill antes de irse a la guerra y de volver convertido en un vampiro gracias a las malas artes de Lorena, personaje desagradable donde los haya. Buscando posibles candidatas entre las series, así, de repente, se me ocurren varias que le pueden ir bien al muchacho.
La primera es Juliet, de "Perdidos". Es guapa, decidida y de aspecto fuerte pero femenino.
Además, tiene cara de drama y rara vez sonríe. Ideal si tenemos en cuenta lo que le va a caer encima: tiene un marido cañón que se va a la guerra y no vuelve. No sé si llegará a enterarse de que es un vampiro y de que ha estado copulando con la simpar Lorena, esa bestia parda. Si se entera de eso, poco o nada la vamos a ver sonreír. Así que, menos mal que Sawyer le da alguna alegría. Si no, la pobre, mal lo lleva.

Aunque me gusta mucho más la "viudita" de "Deadwood", con mucho más carácter. Tiene a favor un físico que da el pego total de mujer del siglo XIX, con su carita blanca y su pelo moreno. Además, gracias a "Deadwood" la hemos visto vestida de época y le sienta estupendamente. Tiene en contra que no es demasiado popular y quizá los productores quieran un rostro con más tirón.




Yo me quedo entre estas dos, a mi Bill no le pega una mujer de aspecto más frágil o más joven. ¿Alguna sugerencia más?

Vía: telelocura.com

lunes, 9 de noviembre de 2009

Nessun Dorma. Que nadie duerma

Que nadie duerma. Eso, más o menos, es lo que dice esta bellísima aria perteneciente a Turandot, de Giacomo Puccini. La ópera habla de una cruel princesa china que asesinaba  a sus pretendientes, o algo así, pero ahora poco o casi nada importa eso. Lo que importa, como casi en todo, son las emociones, que son eternas y se dan en todas las partes del mundo, en cualquier momento de la historia.
Siempre que la escucho, no puedo reprimir las lágrimas, no sé si de alegría, de pena o de pura belleza. Hay algo hermosísimo en el hecho de pensar que el ser humano puede elaborar algo tan infinitamente bello. Tan bello que pareciera obra de un dios, y no de un hombre.
Amenábar, que de eso de la belleza y las emociones sabe un rato, introdujo el Nessun Dorma en "Mar Adentro", una obra de arte. Ponía la música al momento en que Ramón Sampedro (interpretado por el genial Bardem) se eleva para volar y llegar a la playa. Ojalá hubiera palabras para explicar lo que se siente viendo esa parte de la película. El deseo de volar hecho realidad acompañado de una música que es lo más parecido al amor que yo he sentido nunca.
Sí, quizá sea un delirio. Pero supongo que estar enamorado debe de ser algo parecido a la sensación que uno experimenta al escuchar esta aria, al sentirla: el estómago bloqueado, la piel hipersensible, como cuando se tiene fiebre, la mente libre de pensamientos, los ojos llenos de lágrimas. Y si el amor no es eso, yo no quiero estar enamorada.

Y, para celebrar este dislate que acabo de escribir, escuchad el Nessun Dorma por Pavarotti, para mi gusto, quien mejor la canta.



También añado un vídeo de "Mar Adentro", donde el aria es interpretada por José Manuel Zapata (al menos eso pone en el cd de la BSO).
A mí me me gusta más Pavarotti, juzgad vosotros, pero aquí tiene el valor añadido que le otorga esta emocionantísima parte de la sensacional película de Amenábar.

Amenábar, Agora e Hipatia


Me ha gustado. No, me ha encantado. Es una gran película. Y no entiendo las críticas tan feroces que han vertido sobre ella. Es inteligente, bella y emocionante. Me gusta lo que cuenta y cómo lo cuenta. Hay quien dice que adolece de ser "poco sensible". Y quien eso afirma, ¿la ha visto? ¿No recuerda la primera mirada de Davos a Hipatia, el emocionado final, la devoción de Orestes al escuchar a Hipatia bajo el estrellado sol de Alejandría?
Otros cuentan que es una película anticristiana. Y no. Coge un momento histórico y resulta que los cristianos, hasta entonces perseguidos por el Imperio Romano, empiezan a emerger como grupo y vengan toda la represión anterior revolviéndose con violencia, no menor ni menos cruel que la que muestran los judíos o la impiedad que manifiesta el propio padre de Hipatia al considerar que la "sublevación" cristiana ha de ser reprimida con fiereza.
Y luego está Davos, el esclavo. El que ve en los benevolanos la forma de dejar de serlo. El silencioso enamorado. El alma pura e inocente, fácilmente manipulable.
Y también está la perversión de la política y de ésta con la religión y cómo se unen para mantenerse en el poder.
Y está la manipulación de la fe. Y la represión de las mujeres. Sin alaracas, sin demagogias.
Y está la razón y el conocimiento contra la barbarie. La espiritualidad contra el fundamentalismo atroz. La inteligencia contra la intolerancia.
Es una película limpia, pura.
Injustamente tratada por la crítica.
Quizá es que el excesivo corporativismo del cine español, plagado de subvenciones y malas películas, no soporta que Amenábar, que cerró en su día las puertas del armario de la represión y se mostró como un librepensador, un creador, triunfe. Es un espíritu que vuela solo y a su aire. Y parece que España aún no está preparada para eso. Ni tampoco para Hipatia.
Pues larga vida a ambos. A Alejandro y a Hipatia. Salute!

viernes, 6 de noviembre de 2009

Cicely, mágico

De todos mis capítulos favoritos de mis series favoritas de la historia de la ficción televisiva –la realidad televisiva no me interesa– hay uno que me conmueve. Se llama "Despierta" y es el capítulo nueve de la tercera temporada de "Doctor en Alaska". En él, un autobús cargado de artistas circenses se planta ¿accidentalmente? en Cicely, el lugar más mágico del mundo. Quiromantes, magos, acróbatas y un tiernísimo hombre volador que se enamora de Marilyn con sólo verla son le excusa perfecta para reflexionar sobre la realidad, la materia, la magia y el amor, como si éste no fuera parte de la anterior.
Ya os contaré más cosas de ese capítulo. De momento, un aperitivo, el final, que tantas veces he visto, que recuerdo tan de memoria, que tanto me gusta.

jueves, 5 de noviembre de 2009

¿Ética o estética?

Sin palabras.

El ostracismo

Aún somos pocos en "lopensaremanana", pero bien avenidos. Y el número crece día a día y vamos conformando una pequeña comunidad, lo cual me ilusiona y alegra. ¿Habéis pensado alguna vez en la necesidad humana de agruparse? ¿En nuestra condición de seres gregarios? ¿Por qué un ermitaño es un ser "raro"?  ¿Por qué esa necesidad de pertenecer a un grupo, de ser de un equipo, de estar en "facebook"? Será porque necesitamos aceptación y, cuando no la tenemos, no la sentimos, nos sentimos exiliados, rechazados. Y eso genera dolor. Aunque ésta es un arma de doble filo, a veces, la necesidad de aceptación nos empuja a negarnos, a no actuar conforme a nuestra voluntad, sino a la voluntad de otros. A negar, al fin y al cabo, nuestra libertad para que los demás aprueben nuestra actitud. No nos confundamos: los demás están en nuestra mente. La realidad no lo es en sí misma. Nace de nosotros.
Supongo que la clave está en encontrar la medida justa de las cosas. Mientras, una reflexión de Chris sobre el asunto de hoy:
"En las antiguas Grecia y Roma, la comunidad, la ciudad lo era todo... No existía identidad. Si ofendías a la autoridad, ya podías echar a correr hacia la gran E del exilio, persona non grata. Ahí tenéis a Edipo, aquel desgraciado que mató a su padre y se casó con su madre, ¿le ahorcaron?, ¿le cortaron cuello? No, leamos, "que huya, que no se acerque a los templos, que ningún ciudadano le hable o reciba, que no le admitan en la oraciones y en los sacrificios"... Nosotros decimos dar la espalda... Ellos lo llamaban la pena capital.
Pensadlo". Chris Stevens.
 En la imagen, Edipo y la esfinge de Gustave Moreau (1864).

miércoles, 4 de noviembre de 2009

La luz es... luz

Llegaron los días en los que el anochecer madruga y el amanecer se duerme. Los días que  son más noches y en los que la luz brilla por su ausencia. Lo días para soñar y dejarse acurrucar por la calidez del frío del otoño, tan envolvente y acogedor. Que la oscuridad no llegue a nuestras almas.
Mar, va por ti, para que conozcas a Chris y te dejes guiar por su luz. Permítete perder (ganar) tres minutos en tu jornada laboral y ponle a esta tarde de noviembre, que ya camina hacia la noche, tu frescura de mañana de primavera.

Amanecer con Chris


Una buena y queridísima amiga le dice a un no menos bueno y menos querido amigo: "Oye, no entiendo por qué esta tía (yo) escribe en su blog sobre las charlas de ese tío (Chris Stevens) que no conoce nadie".
Esto me ha hecho pensar, que no dudar: si hay alguien de mi generación que no conoce a Chris Stevens hay algo aquí que va mal, sin duda. O es que quizá a mi amiga, directamente, no le interese, que en su derecho está. Pero, ¿por qué escribo sobre Chris? La verdad es que al hacerlo soy consciente de que no me dirijo, ni mucho menos, a un gran público ("Doctor en Alaska" se ha emitido en España de madrugada y en La 2, con todo lo que eso supone), pero sí sé que para entender lo que él dice  no hace falta ser un "doctorenalaskaadicto". Más: escribo esto y aquí porque es de lo que me gusta hablar y escribir y porque ahora el ánimo se vive otoñal y plácido y busca refugios cálidos, como el de su voz, y sugerentes, como el de sus palabras.
Y porque apuesto el Euromillón del viernes a que es mejor empezar la mañana recordando esto  "Buenos días, aquí Chris de la mañana, desde la K-OSO, Cicely, Alaska. Como todos sabéis, éste es mi rincón particular, un pequeño refugio para almas inquietas y sensibles. Aquí se abre una metafórica ventana para que podáis disfrutar de los despertares, reflexiones, sueños, monólogos y poemas de Chris, en los 570 de OM, emisora de la cadena de comunicaciones Minnifield. ¡Vamos amigos!, desempolvad los archivos de la memoria. ¿Alguien quiere colaborar? Sólo tenéis que facilitarnos las citas radiofónicas que tengáis a mano para completar este festival de la palabra. Todos estáis invitados a la fiesta" que escuchando el boletín informativo de las ocho o la aterciopelada voz de tu jefe dándote la chapa. 
Así que, abrid las ventanas de vuestras cabañas y dejad entrar el aire del Norte mientras abrazáis vuestra taza de café. ¡Cuidado!, se han visto osos rondando esta noche por este particular Cicely. 
En la imagen, la emisora de Chris, la K-OSO, desde donde contempla tantos amaneceres.

martes, 3 de noviembre de 2009

Primer festival de series


Se celebrará en Madrid, en el Círculo de Bellas Artes. Es una gran noticia y tengo toda la intención del mundo de no perdérmelo, sobre todo por lo de la proyección de la tercera temporada de Mad Men.
Lo cuenta muy bien -y ha sido el primero en contarlo, que yo sepa- ABC

www.festivaldeseries.com

Blue Moon


¿Habéis visto la luna? Está llena y oronda, metálica. Preludia frío y pálidas noches de invierno. Encierra un enorme poder de atracción. En su blancura, es apacible como un vientre de mujer.
Protagonista de noches de amor y hermosas canciones. Tan distante y profunda, tan honda. Tan tersa. Intrigante y misteriosa, una "femme fatale". 
Para ella, la primera reflexión del día; mía y de Chris Stevens.





"Es inevitable que alguien me llame diciendo: ¿Chris, qué te parece la luna? Y yo le diga algo amable como: sí, una noche maravillosa para bailar a la luz de la luna... o, me pregunto qué harán los enamorados esta noche. Pero, en vista de las vueltas que hemos dado en la cama estas últimas noches por miedo a dónde podrían llevarnos nuestros sueños, no estoy dispuesto a fingir que "El Hombre de la luna" está vigilando nuestros intereses. De ninguna forma. ¡Es demasiado bromista! Hasta que ese grandullón haga la maleta y se marche, guardad los utensilios afilados y quedaos cerca de alguien querido, si tenéis la suerte de tenerlo... Nos veremos por la mañana amigos. O a la luz de la luna. Lo que ocurra primero".

lunes, 2 de noviembre de 2009

Desde la K-Oso


Chris Stevens es uno de los personajes de ficción que más me han interesado jamás. En mi escala, ocupa el mismo lugar que héroes como Aragorn, villanos como Tony Soprano, galanes como Rett Butler, amantes como Denys Finch (Robert Redford en "Memorias de África), pillos como Luke Jackson (Paul Newman en "La leyenda del indomable")... e incluso está a la altura de algunos de mis escritores favoritos. Es más, me atrevería a decir que él me ha hecho reflexionar, pensar o sentir más que muchísimos libros.
Es la voz de Cicely. Es sugerente, atractivo, salvaje y reflexivo a la vez. Tiene  sabiduría, cultura y conocimiento natural y atávico de la vida y el mundo. Es un romántico. Un soñador. Un mago de las palabras. Un Merlín de los sentimientos.
Es sencillo en sus fomas y complejo en sus pensamientos. Tiene un pasado y vive sólo el presente. Es espiritual y filosófico, pero sensual y apasionado.
"En cada ser humano hay un lado oscuro. Todos queremos ser Obi Wan Kenobi y en gran medida lo somos, pero también hay un Darth Vader dentro de nosotros. No se trata de que tengamos que elegir entre una cosa u otra porque estamos hablando de dialéctica, del bien y del mal, que coexisten en nuestro interior. Podemos huir pero no escondernos. Seguid mi consejo, enfrentaos a la oscuridad, cara a cara, y hacendadla. Como dice nuestro amigo Nietzsche, ser un ser humano ya es bastante complicado, así que dadle un buen abrazo a la oscuridad del alma y gritad el eterno sí". Chris Stevens. Luego, más.

domingo, 1 de noviembre de 2009

El primer amor


Cada vez tengo menos certezas. Pero hay una que preside mis días y ocupa gran parte de mi ocio y, en buena  medida, mis reflexiones -sean hondas o superficiales, más lo segundo que lo primero, y viceversa-: "Soy adicta a las series, pero a las buenas". Es decir, que jamás me engancharía a "Los Serrano" y con ver un minuto de "Sin tetas no hay paraíso" sé que no tiene ningún interés. Y la culpable de esta adicción es "Doctor en Alaska", ella fue mi primer amor en este intenso romance de la ficción por capítulos. El porqué es demasiado largo para un post. Hoy sólo intentaré esbozar una sensación que hoy he recordado y que tuve hace años -la friolera de doce, que ya son-. Era julio. Acababa de licenciarme. Y me quedé en Madrid a trabajar ese mes en la biblioteca en la que era becaria, más por estar en Madrid con el chico con el que salía que por cualquier otro motivo. Ya por entonces, creo que mi inconsciente sabía -mi consciente lo supo hace no tanto- que aquél no era el compañero, el que caminaría de la mano conmigo por la vida. Entonces, "Doctor en Alaska" era en La 2, entre semana, a eso de las dos de la mañana, yo compartía piso y no tenía vídeo. Me quedaba a verlo aunque al día siguiente me moría de sueño. Mientras esperaba, sola en el salón, leía. Recuerdo una escena. Estaba leyendo "No me esperen en abril", de Bryce Echenique -¿premonitorio?-. Empezó la serie, esa musiquilla...
Entonces, yo no era una persona, ni de lejos, encantada de la vida -demasiadas cosas, ya conocía la pena y el llanto-. Y tenía 22 años.
Pero sonaba la música de "Doctor en Alaska" y todo se desvanecía. Y yo quería ser una más en Cicely. Y conocer a Chris y hablar con Maggie y que me curase Fleischmann. Aún no sé de qué, pero de algo, porque tenía dolor. Con el tiempo, he entendido cuál era ese dolor, y cómo se cura: con una pizca del Fleischmann que llevamos dentro, una cucharada de la fuerza de Maggie, cuarto y mitad de la bondad de Holling, 100 gramos de la inocencia de Shelly, medio vaso de la magia de Chris, dos gotitas de la madurez de Ruth Anne y un puñadito de la esencia de Ed, recién traída del conocimiento ancestral de las tribus indias.
También he sabido que Cicely no es un lugar, es un estado de ánimo. Y hacia él camino, y la andadura está llena de jugosos frutos.
Es la prueba evidente de que necesitamos ficción para superar la realidad.

 A Martín -y no sé por qué me ha salido así ni tengo claro por qué he escrito esto ni te lo dedico-, un verdadero y auténtico habitante de Cicely (aunque aún no lo sepas).